
De niño, Ludwig recibió una educación típica del siglo XIX: un padre indiferente y enseñanza consistente en palizas constantes. Sus momentos favoritos eran las vacaciones de verano que la familia pasaba en el Castillo de Hohenschwangau que el rey Max había restaurado en un estilo romántico-medieval. La reina disfrutaba llevando a Ludwig y a su hermano pequeño Otto de largas excursiones en los Alpes cercanos y habría sido en estas ocasiones que Ludwig desarrolló su amor por las montañas y su aislamiento, así como su devoción por la región de Schwangau.
Continuará...
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