Mi último poema
Hasta aquí mi último poema,
hasta aquí mi última sangre,
la que derramó mi pluma
en la batalla diaria de pensarte.
Hasta aquí tu nombre
que le decía a mi pensamiento
de jilgueros y hierbabuena
en el confuso laberinto de mi corazón.
Miguel Hernández, yo te la encomiendo,
acógela en tu patria estelar,
requiérela de tu almendro de nata y
por los altos andamios de las flores.
Hasta aquí mi último poema, mujer,
para que seas libre, libre de mí,
libre de mi palabra contumaz,
para que yo sea libre de tí,
de tu sonrisa carcelaria.
Mujer del norte,
yo que siempre ando buscando
el imposible atajo de olvidarte,
hasta aquí, digo,
hasta aquí mi último poema.
Gentileza de Q.C.A., un amigo.