Este año comencé a verlo, al principio con interés ya que por primera vez el director era francés y octogenario, después con extrañeza pues qué pinta el fútbol en este concierto? (lo siento por aquellas personas a las que les guste este deporte en su lugar podían haber mostrado algo más de ballet (se nota que me gusta) y, al final, volví a disfrutarlo como siempre.
Me ha admirado la actuación de Georges Prêtre, su mirada pícara y su sonrisa juvenil, su dirección sin batuta y con las manos y aprender que a los 83 años no necesita partitura porque se las aprende de memoria!
El colofón ha sido el Danubio Azul con una pareja de bailarines entrando en la sala para saludar al director de la orquesta. Me ha sonado mucho más romántico que otras veces y es otra innovación.