25 nov 2008

Cuentos de los Derviches

La serpiente y el pavo real
Un joven llamado Adi el Calculista, porque había estudiado matemáticas, decidió partir de Bokhara y buscar mayor conocimiento. Su maestro le aconsejó viajar hacia el sur y le dijo “Busca el significado del Pavo Real y la Serpiente”. Esto dio mucho que pensar a Adi, que viajó a través de Khorasán y llegó a Irak. Allí encontró un lugar donde un pavo real y una serpiente discutian sobre sus meritos. - Yo soy más importante –dijo el Pavo Real-. Encarno la aspiración, el vuelo hacia el paraíso, la belleza celestial, y por ende el conocimiento de las cosas más elevadas. Recuerdo al hombre, por alegoría, los aspectos de su ser que se hallan ocultos en él.
- Yo –dijo la Serpiente siseando- simbolizo las mismas cosas. Como el hombre estoy atada a la tierra y así lo induzco a acordarse de si mismo. Al igual que él, soy flexible al ir serpenteando mi camino por el suelo. A menudo también olvida eso. Según la tradición, soy yo quien monta guardia sobre los tesoros ocultos de la tierra. - Pero eres repugnante, astuta, sigilosa, peligrosa… - Destacas mis características humanas –contesto la Serpiente-. Pero tú eres vanidoso, demasiado gordo y tienes un grito áspero. Tus pies son muy grandes y tus plumas harto desarrolladas… Aquí Adi les interrumpió: - Ninguno tiene la razón. El hombre se arrastra por la tierra como la Serpiente. Podría elevarse a las alturas como un pájaro. Pero del mismo modo que la Serpiente es codiciosa, él retiene este egoísmo al tratar de elevarse y se vuelve como el Pavo Real, demasiado orgulloso. En el Pavo Real podemos ver la potencialidad del hombre, aunque no lograda debidamente. En la lustrosa piel de la Serpiente podemos ver la posibilidad de la belleza, que en el Pavo Real asume un aspecto extravagante. Y entonces una voz habló a Adi en su interior:
-Y eso no es todo. Estas dos criaturas están dotadas de vida; ése es un factor determinante. Discuten porque cada una se ha decidido por su propia forma de vida, pensando que es la realización de un verdadero estado. Una custodia un tesoro y no lo puede usar. La otra refleja la belleza pero no puede transformarse en ella. Sin embargo, a pesar de no haber aprovechado lo que les estaba destinado, lo simbolizan para aquéllos que pueden ver y oír.

7 comentarios:

Fede dijo...

Bonita lección amiga,
De verdad ni la serpiente aprende del pavo real ni el pavo real de las serpiente, pero nosotros dotados de inteligencia superior, bien podríamos aprender unos de otros y complementarnos para mejorar.
Un abrazo

Willow dijo...

Sí, amigo, creo que deberíamos (yo por lo menos) ejercitar más y mejor la humildad porque corremos el riesgo de volvernos orgullosos como el pavo real y rastreros como la serpiente. No soy rastrera (es que nunca me han gustado las serpientes,pero esa es otra historia) aunque reconozco que, a veces, soy demasiado orgullosa. Un beso

Cálida Brisa dijo...

Amiga mia conocia la historia y resulta interesante volverla a leer.
Todos somos un poco orgullosos Willow....
No me gustan los reptiles tampoco jajajaja
Besitos

Malena dijo...

Desde el blog de Paquita he ido al de Federico y desde allí he llegado hasta aquí.Veo que me he perdido más de una entrada interesante,pero ahora las he recuperado. Me ha gustado este cuento por la sabiduría que encierra. Gracias, Willow.

Un beso.

Willow dijo...

Gracias a ti Malena, por pasear por aquí y por tu comentario. Me encantan los cuentos sufís e Idries Shah es un maestro.
Un abrazo

thot dijo...

Me encantan estos cuentos !!

Gracias
Un beso.

Willow dijo...

Siempre se aprende algo de ellos ¿verdad? Un beso